Fuegos de luces
Textos del catálogo de la exposición Fuegos de luces, en Espacio Fundación YPF, 2009, Buenos Aires:
Es un fuego señor, y todos los fuegos son malos
Steve McQueen en “Infierno en la torre”
Encender un fuego en la Torre YPF y hacerlo con pequeños tubos de Neón. ¿Por qué incendiarlo todo? ¿Por qué hacerlo ahora? Y de esta manera!
Recuerdo cuando años atrás, Esteban Álvarez hizo una gigantesca nube de botellas de plástico. Hablaba del devenir, de la supervivencia pero también de la imagen que nos quedará en la pupila, esa última imagen grabada.
Siguió con las luces, los fuegos artificiales que nos quedamos viendo embobados, y que suelen durar poco, muy poco, demasiado poco… y ahora las luces que pintan un espacio y aunque se apaguen, todos sabemos que los muros quedarán contaminados para siempre.
Hay una constante, algo de nostálgico por aquello que va a desaparecer, y también por lo que nos sobrevivirá. Una pregunta sobre el tiempo, que es también un interrogante sobre las cosas que se resisten al olvido, a morir, ya sea una cucaracha o el trabajo de un artesano, un oficio de hombres, que hacen cosas que parecen condenadas a extinguirse y que pronto deberán ser buscadas en los anticuarios o en quién sabe qué museo…
Me pregunto si hay un deseo de dominio. Pienso que estos tubos de neón son también musicales, que la decisión de darle un tiempo, de combinar los colores, de impregnar las paredes, de destellar más allá de los cristales a un ritmo previsto, pensado, imaginado, es volverse director de orquesta. Los tiempos se detienen y se agitan y nos cortan la respiración. Pero también creo que es la posibilidad de ponerse en el lugar del fuego para observar detenidamente, desde allí, al otro que lo está mirando.
Y conservar aquellas luces, aquellas imágenes, acaso preservar ese fuego de alguna manera, para hipnotizar a todos, para hipnotizar a alguien, para poder guardar algo que no se puede olvidar. Esa es la impresión de este fuego que al parecer no quema.
No todos los fuegos son malos.
Fernando Farina, curador de la muestra en Espacio YPF.
Am I crazy or is it hot in here?
Charles Manson
Nadie sabe cómo va a terminar todo esto. Las llamas no se repiten, ni siquiera cuando están programadas. El fuego ilumina y calienta, las luces resplandecen y se proyectan por todas partes, parece que es fuego, pero es gas. Y es gas, pero de Neón. Como el de las avenidas de las antiguas ciudades modernas, las de las postales en las que se veía venir al porvenir antes de volverse pasado.
No sé si hubiera pensado en el fuego de no haberla visto sentada en el suelo con su copa de vino y el resplandor en la cara, como frente al fuego de un hogar imaginario, mirando largamente esas luces retorcidas y zumbantes. Podían ser un arbolito de navidad sacudiéndose en mil espasmos o una cucaracha de neón agonizando para siempre. Ella no dejaba de mirar las luces, y yo no dejaba de mirarla a ella.
Veo unas pocas formas trenzadas en unas luces desaforadas. Tubos, formas, cuerpos y luces que solamente revelan una parte de lo que se puede ver. Los cambios en la luz nos ofrecen espejismos, como las nubes pasando a toda velocidad en un día ventoso, o una mancha de humedad en una noche de luna y de insomnio.
Entonces pensé en el fuego, la llama que cambia a cada instante y yo quisiera conservar para siempre. Podría guardarla en una foto o en miles, para que se multiplicara y volviera a pasar. Pero el fuego pasa una vez y después no vuelve más. El fuego transforma, invade, Ilumina y enceguece, calienta y también incendia, serpentea y enloquece. No se puede saber cómo va a terminar. Tengo un pequeño infierno metido en una caja. Y ahora ya no sé si estoy loco o realmente hace calor aquí.
Esteban Álvarez
Vista de la instalación en Fundación Osde, Buenos Aires, 2012. Ver video: